miércoles, 10 de junio de 2009

La unión hace la fuerza...




Arriba d'ellos. Por ese golpe de ilusión, por esas ganas de volver a vibrar en el estadio con los goles de nuestros jugadores más queridos. Por el amor a los colores. Por los sufrimientos y las decepciones; no han sido pocas en los últimos tiempos. Por la representación de una tierra única en su especie, con personas únicas también. Por recordar todo lo vivido anteriormente en el templo amarillo situado en Paseo de Chil; amarillo y azul. Templo que hizo llorar de alegría y tristeza y que vio pasar a los mejores equipos y jugadores del mundo. Por estas tardes gloriosas vividas en Las Palmas de Gran Canaria; cada tarde de fútbol tenía su peculiar olor. Por volver a estar donde nos merecemos, entre los grandes. Porque a pesar de ser sufridores, a pesar de que las cosas hayan cambiado y los más longevos sólo les quede en mente el pesimismo y la tristeza, acompañadas por las memorias orgullosas que un día sintieron y sienten como aficionados amarillos, siempre estaremos orgullosos de ser lo que somos y de ser de nuestro club. Una afición única, que pasa quizá por uno de sus peores momentos; contrastado con la alegría y la superioridad del eterno rival y enemigo. Enemigo que ni por asomo tiene la historia, la categoría y la afición que existe en la isla redonda.


¡Vamos! ¡Remontemos el vuelo! Sólo hay que creer en nosotros. Los jugadores pasan, los presidentes pasan, las directivas pasan. Los malos y los buenos momentos pasan. Sólo tres cosas permanecen: el orgullo, la fidelidad y el recuerdo. Por el buen fútbol, por volver a asombrar a toda España con el juego de los grancanarios. Era único. Por aquellos que llegaron a lo más alto: Molowny, Germán, Tonono, Guedes, Castellano, Brindisi o Morete; que por suerte o desgracia de la vida, los de mi generación nunca vimos jugar. O por aquellos otros: Cicovic, Sarasua, Paqui, Pablo Lago, Turu Flores, Orlando, Eloy, Vinny Samways, Paquito, Rubén, Jorge, Orlando Quintana; que si los vi jugar y me hicieron enorgullecerme, como aficionado a Las Palmas y al buen fútbol.
Hoy los nombres son diferentes. En el fútbol actual, ya no existe ese orgullo y ese sacrificio por una camiseta. El valor, el coraje, el orgullo, la casta y el privilegio de vestir unos colores y portar un escudo en el pecho como pasaba hace años, contrasta con el dinero, los fichajes millonarios, la teoría de los mercenarios y un sinfín de cosas que manchan el nombre del buen deporte. A pesar de ello, de los nuevos tiempos...


Y a pesar, de que cualquier tiempo pasado fue mejor, con nuestra ayuda y confianza en nosotros, podremos igualar esas épocas, y porqué no, superarlas.



Volveremos...



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