¡Qué lujo!
José A. Martín 'Petón' 28/07/2006
Hace un mes subió el Aleti. Un poco, pero subió. Lo hizo con la Unión Deportiva Las Palmas. Si os fijáis en el escudo del glorioso equipo grancanario observaréis que flanqueando el emblema central hay otros cinco más pequeños que se corresponden con los de los equipos que renunciaron a su caminar aislados para unirse en un proyecto: llevar el cautivador fútbol canario a competir con los mejores. Así nació la Unión Deportiva, de la alianza de los cinco: Marino, Victoria, Gran Canaria, Arenas... y Atlético. El presidente de este último, Vicente di Napoli Battone fue uno de los motores de la fusión y aportó el estilo de un equipo que llevaba ese nombre en homenaje a su espejo de Madrid. Y una camiseta roja y blanca plegada para poner la amarilla en su lugar. Mas dejó para siempre al pie de la insignia un escudo rojo y blanco idéntico al del equipo madrileño de su corazón que les dio nombre y colores; y allí donde el Atlético de Madrid ponía un oso y un madroño castizos, plantó el Atlético canario un castizo drago, árbol de las islas. Ese escudo es el que convoca nuestra mirada en la esquina izquierda cuando vemos el de la Unión Deportiva. En él se encierran los nombres de los nuestros, los insulares que hicieron grande al Atlético, con un tiñerfeño por excepción para empezar, el ariete Arocha que poco después caería en la guerra, y la larga lista de grancanarios encabezada por Mesa, el zaguero del primer campeonato liguero, y Campos, de larga zancada que también estuvo en aquel, Machín, Arencibia, Farias, Mujica de singular historia al que J.J. Armas Marcelo retrató como el Mariscal de Campo en un maravilloso relato, Lobito Hernández, Pantaleón, Miguel, Agustín, Correa, Sergio Marrero, Valerón, Jorge, otros cuantos que me recordaría Bernardo Salazar... y Alfonso Silva.
Tuve la alegría de saludar a Silva hace meses en un acto de la Fundación Oliver Mayor: impecable, elegante como cuando era el jugador que fascinaba: el medio que organizaba a la delantera de cristal y, asombroso, el delantero centro que formaba en la de seda. El que firmó el gol mas hermoso del Mundial de Río. El que debería tener nuestro homenaje. Por ellos, por los canarios del Aleti y por el Atlético Club que fundó la Unión Deportiva, ha sido siempre nuestro equipo el más querido a la vera del Insular, en el Paseo de Chil. Y por eso, ese sábado, hace un mes, con el gol de un atlético de corazón salido de nuestras filas, Marcos Márquez, y con otro atlético de corazón en el banquillo, Juanito, ascendió Las Palmas y subió un poco el Aleti. El otro
Hace un mes subió el Aleti. Un poco, pero subió. Lo hizo con la Unión Deportiva Las Palmas. Si os fijáis en el escudo del glorioso equipo grancanario observaréis que flanqueando el emblema central hay otros cinco más pequeños que se corresponden con los de los equipos que renunciaron a su caminar aislados para unirse en un proyecto: llevar el cautivador fútbol canario a competir con los mejores. Así nació la Unión Deportiva, de la alianza de los cinco: Marino, Victoria, Gran Canaria, Arenas... y Atlético. El presidente de este último, Vicente di Napoli Battone fue uno de los motores de la fusión y aportó el estilo de un equipo que llevaba ese nombre en homenaje a su espejo de Madrid. Y una camiseta roja y blanca plegada para poner la amarilla en su lugar. Mas dejó para siempre al pie de la insignia un escudo rojo y blanco idéntico al del equipo madrileño de su corazón que les dio nombre y colores; y allí donde el Atlético de Madrid ponía un oso y un madroño castizos, plantó el Atlético canario un castizo drago, árbol de las islas. Ese escudo es el que convoca nuestra mirada en la esquina izquierda cuando vemos el de la Unión Deportiva. En él se encierran los nombres de los nuestros, los insulares que hicieron grande al Atlético, con un tiñerfeño por excepción para empezar, el ariete Arocha que poco después caería en la guerra, y la larga lista de grancanarios encabezada por Mesa, el zaguero del primer campeonato liguero, y Campos, de larga zancada que también estuvo en aquel, Machín, Arencibia, Farias, Mujica de singular historia al que J.J. Armas Marcelo retrató como el Mariscal de Campo en un maravilloso relato, Lobito Hernández, Pantaleón, Miguel, Agustín, Correa, Sergio Marrero, Valerón, Jorge, otros cuantos que me recordaría Bernardo Salazar... y Alfonso Silva.
Tuve la alegría de saludar a Silva hace meses en un acto de la Fundación Oliver Mayor: impecable, elegante como cuando era el jugador que fascinaba: el medio que organizaba a la delantera de cristal y, asombroso, el delantero centro que formaba en la de seda. El que firmó el gol mas hermoso del Mundial de Río. El que debería tener nuestro homenaje. Por ellos, por los canarios del Aleti y por el Atlético Club que fundó la Unión Deportiva, ha sido siempre nuestro equipo el más querido a la vera del Insular, en el Paseo de Chil. Y por eso, ese sábado, hace un mes, con el gol de un atlético de corazón salido de nuestras filas, Marcos Márquez, y con otro atlético de corazón en el banquillo, Juanito, ascendió Las Palmas y subió un poco el Aleti. El otro
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